Era media mañaba cuando desde su teléfono celular se contactó con una secretaria del juzgado. La angustia se traslucía en el tono de su voz: “Quiero hablar con el juez”. Inmediatamente la derivaron a la privada del juzgado federal 10 a cargo de Julián Ercolini.
Fabiola Yañez no dio vueltas. No usó eufemismos: “No doy más”. Del otro lado del teléfono la escuchaba en silencio el magistrado. Unos segundos de silencio y siguió: “Quiero declarar, quiero denunciar”. Con el tono de voz quebrada, continuó “me está hostigando todos los días”.
En ese momento, el juez Ercolini le informó que debía formalizar esa conversación, que debía repetir aquellas palabras en una audiencia.
Diez minutos después, sin poder recobrar la calma pero determinada en su decisión, la ex primera dama se conectó por Zoom y aquello se convirtió en la oficialización en sede judicial, de la denuncia por violencia de género contra Alberto Fernández, según pudo reconstruir Clarín de fuentes inobjetables.
De a momentos, no pudo evitar quebrarse. El juez Ercolini le dijo que el juzgado se encontraba a disposición de lo que necesite y en primer término, estaban para escuchar lo que ella deseaba manifestar.
En ese momento, Yañez repitió que no soportaba más. “Estoy siendo hostigada diariamente” por Alberto Fernández, desde el momento que Clarín reveló la existencia de las pruebas por hechos de violencia que la colocaban como principal y única víctima.
La denuncia
Yañez, desde Madrid, formalizó la denuncia contra el ex presidente de la Nación. En ese marco le expresó al magistrado que no quería que Alberto Fernández la contacte. “Nunca más”, enfatizó. “Pido que no me llame más”, agregó y sugirió que si desea hablar con el hijo que tienen en común “que lo haga al celular de la abuela (su madre que la acompaña en España)”. Así quedó formalizado en el despacho judicial.
Ercolini, ampliaron las fuentes a Clarín, en ese preciso instante le explicó que radicada la denuncia y estando bajo juramento, debía después brindar elementos de prueba que sustenten sus acusaciones.
La ex primera dama entendió los alcances de decisión e insistióen que se sentía “agobiada, agotada” en ese momento, pero que después iba a brindar “detalles” de los hechos de violencia denunciados.
Visiblemente acongojada, Yañez usó una expresión para describir lo que estaba viviendo: “Estoy sufriendo terrorismo psicológico”. Y pidió ayuda. Habló de medidas de resguardo sobre su custodia también.
Lo siguiente fue notificarle a la víctima que el carácter de extrema reserva que revestía el legajo, quedaba sin efecto y que se le iba a dar intervención a la fiscalía a cargo de Carlos Rívolo. El personal del juzgado le dijo que sería tratada con respeto y profesionalismo, y que el Ministerio Público Fiscal contaba con áreas especializadas donde ella podría declarar y brindar detalles sobre la denuncia que formalizó.
Yañez dijo estar de acuerdo con los próximos pasos a seguir.
¿Dónde quedará la causa?
Es una de las dudas judiciales a dilucidar. En principio lo evaluará el fiscal Rívolo. Fuentes judiciales explicaron a Clarín que lo primero a determinar dónde ocurrieron los hechos denunciados.
De haber transcurrido todo en la quinta de Olivos, el expediente podría dirigirse a la justicia federal de San Isidro que tiene jurisdicción sobre la residencia presidencial.
En Comodoro Py sostienen que “es un caso federal” por tratarse “de un ex presidente de la Nación y la posible confidente (por María Cantero) revestía carácter de funcionaria pública”.