Expressive Smart corrió 60 carreras y logró 14 triunfos y ganancias por casi 20 millones de pesos en sus siete años en entrenamiento. Su campaña incluye 10 éxitos clásicos, en un recorrido por los hipódromos argentinos que lo mostró como vencedor de Grupo 1, el más alto nivel internacional, y lo tiene como el vigente dueño del récord de los 1200 metros en el césped de Palermo. Es un caballo dúctil, que trascendió las pruebas de velocidad para dejar su huella en la media distancia. No obstante, para su dueño lo material y estadístico esconde el valor incalculable de lo intangible: “Es el icono de los que menos tienen y ven que se puede”.
Para Marcos Fiel, un kinesiólogo correntino de 53 años, ese alazán con una gran mancha blanca vertical en el centro de su cabeza llegó a su vida para llenar un casillero que parecía inalcanzable. “Tengo caballos en Buenos Aires desde los veintipico y hasta 2017 nunca había ganado con ninguno. Yo los quería ver correr, verlos ganar, pero se me negaba. El primero que compré lo tuvieron que sacrificar porque le estalló la caña una semana antes de que fuera a debutar”, recuerda. Con el tiempo, crecía la ansiedad, comenzaba a desilusionarse. Sin embargo, el turf le tenía reservada una sorpresa.
“Entre que no ganaban y que las cosas no estaban tan bien económicamente, aunque siempre busqué potrillos baratos, ya nos queríamos achicar. Lo habíamos hablado con mi mujer. Siempre le marcaba algunos del catálogo a Walter y hasta cuánto podía pagarlo. Miraba la genética. Él luego los veía físicamente y me decía que no le gustaban, que convenían otros. Y el día que Expressive Smart fue a remate, ya tenía pocas ganas de comprar”, confiesa Marcos. Pero Walter, que es Suárez, el entrenador que forma equipo con su mujer, María Fernanda Álvarez, lo llamó para avisarle que habían adquirido al potrillo en la subasta de Firmamento, una cabaña con prestigio internacional. “Había sido de los menos costosos; es bellísimo y sano, pero tiene un solo testículo”, explica. Finalmente, resultó amor a primera vista.
El caballo fue parte de la primera producción de Expressive Halo, un ganador del Carlos Pellegrini, entre otros grandes premios. Y es su única cría que logró un éxito en un clásico de los premium, el Estrellas Mile (G1) de 2019. Aquel fue el séptimo de los triunfos que alcanzó, ya cuando la suerte había cambiado para su propietario, que conoció la victoria en Palermo en agosto de 2017, cuando Expressive Smart salió de perdedor tras haber sido segundo en el debut cuatro meses antes. “Compro uno por año y, a veces, no llegan ni a debutar. Pero aquella tarde de las Estrellas en Palermo, los dos que tenía ganaron. Fue increíble”, repasa, sumando al tordillo Calzonetti, primero en el Junior Sprint (G3).
El triunfo en el GP Estrellas Mile (G1) de 2019
“Somos muchos los que creemos que no podemos llegar. Y Expressive Smart les terminó dando ilusión a un montón de gente que me contacta desde distintas provincias y se hizo hincha del caballo. El turf es noble para la distracción agropecuaria, es parte de la vida de muchas familias que trabajan en el campo desde la madrugada a la noche durante toda la semana. El de las cuadreras sueña con tener un caballo que llegue a Buenos Aires; es el animal que los desenchufa de todas las tareas intensas. Es el relax del fin de semana del productor”, describe Fiel, que hace algunas temporadas venía convenciéndose de que era la último que iba a ver en las pistas a su equino emblema. Pero llegaban más victorias. La última la logró a los 9 años, una edad a la que es infrecuente mantenerse en el alto rendimiento. “Corría contra los hijos de caballos a los que había enfrentado”, subraya.
“Tuve varias ofertas. Durante su campaña lo quisieron llevar a Japón y a Estados Unidos, pero no me convencían. Después, me hablaron para que sea padrillo en Uruguay, pero es muy lejos para mí y no lo iba a poder ver más, prácticamente. Además, si nunca había ganado con ninguno, menos iba a pensar en la posibilidad de llevarlo a algún lado de reproductor. Y un día me pregunté cuánto vale. La respuesta fue que no tiene precio por todo lo que me dio. Un caballo te da pasiones, alegrías, encuentros… Si le pedís plata se te aleja el éxito. Ahora sueño con un hijo de Expressive Smart”, reflexiona el hiperactivo propietario, que además se graduó en filosofía y está por recibirse de veterinario.
Finalmente, la llegada del alazán a la crianza se produjo este año. Desde hace tres meses está en Ojos Azules, un haras entrerriano ubicado en Rosario del Tala con un plantel de unas 30 yeguas y visitado por criadores de la zona céntrica del país. Allí comenzará a prestar servicios desde agosto, como sucede en el hemisferio sur. “Me queda de paso. Cuando voy a Buenos Aires puedo hacer escala ahí de ida y de vuelta, y el viaje en auto se hace más gratificante. Hicimos un convenio, donde uno cede un porcentaje, y las veces que fui a verlo me emociono, lloro, no me puedo contener. Cuando me ve, se acerca enseguida”, asegura, con orgullo. Lo siente parte de la familia.
El enlace fue un propietario con más popularidad al que conoció en el stud de Palermo: el productor de cine Luis Scalella, otro apasionado por los caballos que experimenta en la cría. “Compartimos asados, sobremesas hablando de todo un poco… incluso de películas y de teatro, claro. Él nos contactó con Alejandro Rossi, el veterinario de Ojos Azules, que es especialista en reproducción equina y sabe que la monorquidia no es un impedimento. Le contó la idea y le encantó”, contextualiza.
Eso sí: Expressive Smart no quiso ninguna ceremonia como cierre de campaña. “Nunca tuvo ninguna lesión, pero unos días antes de la que iba a ser su última carrera en marzo pasado, y cuando habíamos organizado una despedida especial con bandera y todo, el caballo amaneció con una molestia en una mano y se decidió retirarlo”, revela Marcos. La etapa de pistas se había cumplido y comenzaba la cuenta regresiva para ser padrillo. Sin estridencias, en silencio, marchándose como había llegado. Para dar inicio a otro ciclo. El que abre las puertas a nuevos sueños.