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Si tenés o alguna vez tuviste acné, sabés que combatirlo no es nada fácil y seguramente pasaste por la prueba de todos los tónicos y jabones de limpieza posibles para eliminar los molestos granitos. Probablemente también hayas probado algunas dietas y la ingesta de determinados tés, pero ¿qué hay de cierto y qué de mito alrededor de los métodos no invasivos para combatir el acné?
En los últimos años, el té de menta (Mentha spp.) verde se ha convertido en el rey de la industria de la belleza y en una promesa para terminar para siempre con los molestos granitos en la piel, tanto es así que existen incontables fórmulas tanto en cremas, serums, geles o aceite elaborados a base de menta.
El poder de la menta
¿Cuál es la magia de esta hierba tan común en las huertas? De acuerdo con investigaciones científicas, una de las principales causas del acné es la producción excesiva de sebo. Los andrógenos (glándulas sebáceas hormonales de la piel) pueden producir grasa en exceso y esto puede provocar acné.
Entonces, ¿cómo entra en juego el té de menta verde? En la búsqueda de formas de reducir los niveles de andrógenos en el organismo, se han probado métodos naturales como hierbas y plantas, incluida la menta verde.
Según el Centro Nacional para la Información Biotecnológica (National Center for Biotechnology Information), la menta verde es un antiandrógeno de origen vegetal, esto significa que puede ayudar a mantener equilibrados los niveles hormonales.
Para comprobarlo, el mismo organismo realizó un experimento: 41 voluntarias bebieron té de menta verde dos veces al día durante 30 días y otras cantidad similar de candidatas bebieron un té placebo.
¿El resultado? Todas las mujeres que bebieron el té de menta verde experimentaron un importante descenso de sus niveles de testosterona.
Con las hormonas equilibradas, se podría mantener a raya el acné, sin embargo la ciencia sabe que hay otros factores que pueden contribuir a la aparición de granitos.
Si bien no se sabe con certeza si el té de menta verde es el antídoto perfecto contra los granitos, lo que sí está asegurado es que su ingesta es totalmente inocua para el organismo.
No es necesario frotarse la cara o pasarse molestos ungüentos de menta, simplemente se machacan unas hojas de menta fresca y se bebe un riquísimo té, que se puede combinar con otras especias o hierbas, para asegurarse que las hormonas de mantengan en equilibrio.
Y lo mejor, es que es muy fácil de cultivar en casa. Por estolones de raíz, gajos o división de matas podés tener rápidamente tus propias plantas de menta en primavera.
Las flores de la menta son muy atractivas para polinizadores e insectos benéficos
La menta prefiere suelos húmedos y bien drenados y, si bien puede crecer a la sombra o mediasombra, si se cultiva al sol su contenido de mentol es más alto y por lo tanto las plantas son más aromáticas y sabrosas.
La planta de menta estará feliz si recibe riegos frecuentes y, una vez establecida, crecerá de manera casi invasora. Por eso, si se prefiere mantenerla contenida, será mejor delimitar su espacio o sembrarla en maceta.
Lo ideal para hacer té y que la hierba no pierda su aroma es cosechar las hojas a medida que se utilizan. Para aprovecharlas también en otoño e invierno cuando la planta entra en reposo, se pueden cortar en verano y guardar en un frasco hermético en lugar oscuro.
LA NACION