Donald Trump Jr., hijo del expresidente homónimo, publicó un breve video en el que quedó registrado el momento en que se encontró con el presidente Javier Milei durante su estadía en El Salvador, donde ambos asistieron para participar de la asunción del segundo mandato de Nayib Bukele. En su publicación, el estadounidense elogió al mandatario argentino – quien luego republicó el mensaje- y lo definió como “un gran líder que hizo que su país se volviera más grande”.
02.40| Un gobierno al que se le escapa la tortuga
Por Jorge Fernández Díaz
La máquina libertaria de vapulear personas y defender lo indefendible se enfocó durante estos meses en cualquier persona que señalara los déficits gemelos del Gobierno: la gestión y la política. Ya saben: colectivistas, golpistas, cucarachas, ensobrados, viejos meados o simplemente necios: no la ven. Hasta que de pronto los hermanos Milei la vieron, arrojaron al jefe de los ministros por la ventana y colocaron en la cabina a un veterano con la misión de ordenar la casa destartalada, ineficiente y semivacía –se calcula que todavía no nombraron a unos 1500 funcionarios relevantes–, con el objetivo de que no se les vuelva a escapar la tortuga (como el día en que dejaron sin gas a la Argentina y tuvieron que ir corriendo a pedirle al “comunista” Lula Da Silva que los salvara del caos, o cuando se dieron cuenta de que tenían olvidadas y arrumbadas toneladas de alimentos para desposeídos en situación de extrema emergencia) y con la meta de animar mientras tanto el diálogo con el “nido de ratas”, donde están cifradas algunas cosas menores, como la reforma económica, la confianza de los inversores y la gobernabilidad.
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Por Martín Rodríguez Yebra
Nadie está seguro en su silla. El gabinete de Javier Milei atraviesa una crisis en la que se entremezclan el dramatismo por la emergencia económica heredada, la inexperiencia política, juegos de ambición apenas disimulados y rencores tejidos en tiempo récord.
La certeza de que se vienen más cambios en el equipo de gobierno altera a gran parte de los ministros y altos funcionarios. No solo por la posibilidad de perder un puesto sino porque se ha convertido en tendencia que el despido venga acompañado de una factura de destratos y acusaciones.
Milei anticipó que pensaba hacer una reestructuración amplia después de la sanción (o el fracaso, si ese fuera el resultado) de la Ley Bases. El comentario cortó la última vía de oxígeno de Nicolás Posse, el jefe de Gabinete al que presentaba como su amigo íntimo y en quien llegó a delegar enormes porciones de poder.
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01.10 | “Adorni-Pettovello 2031″
En medio de los cuestionamientos a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, el vocero Manuel Adorni compartió una imagen en la que están ambos y la acompañó con una breve inscripción a modo de “humorada” alusiva a una potencial fórmula electoral: “Adorni-Pettovello 2031″.
El mensaje publicado en la red social X fue posterior a otro en el que el portavoz defendió a la titular de la dependencia nacional frente a la polémica desatada por los alimentos retenidos en depósitos del Ministerio y a las consecuentes denuncias al respecto.
Cuando Guillermo Francos consiguió el imprescindible dictamen de comisión para la Ley Bases, ya en la ingrata hora de la fría noche del miércoles, sabía que solo había ganado una parte de la batalla. La otra parte podría librarse dentro de diez días cuando ese proyecto clave del Gobierno sea tratado por el plenario del cuerpo. Si se cuentan bien las firmas de ese dictamen (28), para la aprobación de todo el Senado se necesitarán casi diez votos más (37). Los senadores le hicieron varios cambios al proyecto aprobado por la Cámara de Diputados; por lo tanto, esa iniciativa deberá volver a la Cámara baja cuando sea aprobada por el Senado. Francos está confiado: recibió garantías de que las modificaciones senatoriales serán aprobadas rápidamente por los diputados. Veremos. El nuevo jefe de Gabinete debe balancearse entre la negociación, que es inherente a él y a su cargo, y un atributo fundamental de la batalla cultural que se propone liderar Javier Milei. El Presidente ha dicho entre los suyos que no le importa ser un gobernante, bueno o malo, sino un histórico y crucial reformador de las convicciones argentinas. De las tres batallas, así las llama, que está dispuesto a despachar de manera simultánea, Milei se encarga personalmente de la cultural. Pero ¿qué significa para él la batalla cultural? Dispararle al Estado, su enemigo y su obsesión. Como los viejos anarquistas de principios del siglo XX, Milei detesta al Estado a tal punto que suele describirlo como una “asociación criminal”.
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LA NACION