Con un nudo en la garganta, muy escasas jugadas de fútbol y un gol marcado cuando menos lo merecía, San Lorenzo consiguió mantenerse en carrera para superar la etapa de grupos de la Copa Libertadores. Venció por 3-2 a un muy digno Liverpool uruguayo y quedó segundo en la tabla de la zona F. De esta manera, le basta conseguir un empate en San Pablo frente a Palmeiras para pasar de rueda.
¿Cuántos partidos caben dentro de 90 minutos? Muchos. Cada uno de ellos puede iniciarse por motivos muy variados, durar más o menos tiempo y resolverse de modos no siempre previsibles, pero ahí están, haciendo flamear los ánimos y los espíritus según de qué lado vayan soplando los vientos.
El segundero había dado apenas cinco vueltas a la esfera del reloj cuando Nahuel Barrios decidió clausurar el primero de los numerosos minipartidos que San Lorenzo y Liverpool decidieron protagonizar en el Nuevo Gasómetro.
Habían empezado mejor parados los de Montevideo, con atrevimiento y sin encerrarse, copando el mediocampo para obligar al local a salir del fondo con pases largos y poco precisos. Pero de pronto, el 10 azulgrana capturó una pelota por la izquierda, enganchó hacia el medio y sacó un remate tan violento como inesperado que se estrelló en el travesaño. El balón picó sobre la raya (¿entró todo?), volvió a pegar en el caño superior y retornó hacia el campo. Como para acabar con el suspenso y evitar el VAR y las discusiones, Iván Leguizamón lo empujó de cabeza a la red.
Comenzó entonces el segundo de los encuentros, sólo quince minutos más largo que el inaugural. El 1 a 0 agrandó al equipo dirigido por Leandro Romagnoli y encogió a los entrenados por Emiliano Alfaro. Hasta cumplirse el cuarto de hora hubo amenaza de aluvión sobre el arco de Gastón Guruceaga. Desbordaba el local por cualquier lugar del campo en el que buscara y evidenciaba una flojedad notable el fondo del cuadro visitante. Se quedó sin grito de gol Elián Irala por pifiarle al balón con todo en favor, y cada vez que los azulgranas merodeaban el área la jugada amenazaba peligro.
Hasta que de pronto, sobre los 20 minutos, en una acción aislada, Martín, el Barrios de Liverpool, le dio un pechazo a Leguizamón y abrió el tercer minipartido. Uno que recordó aquellos viejos choques coperos de los años sesentas y setentas entre argentinos y uruguayos: friccionado, conversado, por momentos incluso violento. Y en cuanto comenzó eso, San Lorenzo decidió coleccionar todos los errores posibles en una misma jugada. A los 22, Agustín Giay comprometió a Gastón Campi en un saque lateral, el marcador central aumentó la dificultad con un pase atrás y el arquero Gastón Gómez completó el combo rechazando de cabeza hacia el medio. Diego García aprovechó tantos regalos y marcó por abajo.
El empate agudizó la etapa de lucha libre. El venezolano Ángel Arteaga les hizo precio a Irala y Alexis Cuello con un par de tarjetas amarillas que bien pudieron ser de otro color, y la desprolijidad general impidió las llegadas claras. Hasta que en el cuarto minuto de adición, Cuello inventó una maniobra impensada y le dio un nuevo giro al escenario. Desbordó por izquierda a Matías Ocampo y dos veces a Kevin Amaro, para darle duro, abajo, junto al primer palo.
La nueva ventaja le brindó al equipo cuervo su único rato de tranquilidad en la noche. Duró, otra vez, apenas un cuarto de hora. Sin lucirse –nunca logró hacerlo– ni mostrar lucidez en el juego, al menos el anfitrión se las ingenió para no sufrir problemas. Pero a los 16 minutos de la segunda parte y después de un par de cambios ofensivos del visitante, Agustín Cayetano filtró una cortada perfecta para Luciano Rodríguez, que definió con clase. Dos a dos, el enésimo volantazo.
Compacto de San Lorenzo 3 vs. Liverpool 2
La igualdad sacudió a San Lorenzo y motivó a Liverpool. Con la manija de Diego García, el conjunto oriental fue encontrando fluidez en la circulación y desnudando fallas en la defensa del local. Gómez le tapó el tercer gol a Franco Nicola, y casi se lo ofrendó a Renzo Machado. La noche, y el futuro en la Copa, se oscurecían cada vez más para San Lorenzo, pero faltaba la última sorpresa del guión.
A los 41 minutos, Cristian Ferreira despachó un córner desde la derecha, ganó Campi en las alturas, giró el cuello y mandó la pelota al ángulo superior derecho. Golazo para cerrar todos los partidos que se sucedieron un choque frenético y para dejarle abierto a San Lorenzo un pase a los octavos de final inimaginable luego de las tres primeras fechas. Le queda Palmeiras y en San Pablo. Al menos ya sabe que en 90 minutos todo es posible.