El ciclo corto del lavarropas se instaló en la vida cotidiana de los argentinos. Según un relevamiento, 8 de cada 10 familias lo utilizan al menos una vez por semana, atraídas por su conveniencia, velocidad y un consumo de energía hasta 65% menor frente a los lavados tradicionales.
Este tipo de programas está pensado para cargas livianas, con un promedio de 10 prendas, principalmente ropa deportiva o de trabajo que no requiere un lavado intensivo. Se trata, muchas veces, de esas prendas que acumulan uso intermedio y terminan en “la silla” del cuarto, esperando un refresh rápido.
La suciedad invisible, un desafío real
Aunque la ropa pueda parecer limpia, los especialistas advierten que el 70% de la suciedad es invisible: sudor, partículas microscópicas y bacterias que deterioran la frescura y las fibras. En este escenario, los ciclos cortos plantean el desafío de combinar eficiencia en poco tiempo sin resignar calidad en la limpieza.
Alerta temprana en el Suquía: así la ciudad se prepara ante crecidas
Atenta a esta tendencia, primeras marcas lanzaron ya sus propuestas «para ciclos cortos». Por ahora se trata de jabón líquido diseñado especialmente para rendir en lavados de apenas 15 minutos. “Sabemos que cada vez más hogares eligen este programa, y desarrollamos una fórmula que responde a esa necesidad sin resignar limpieza, frescura ni cuidado de las prendas”, explicó Ana Hernández-Hermida, Marketing Manager para Skip en Unilever.
Aseguran que las nuevas fórmulas incluyen tecnología enzimática y activos concentrados que permiten eliminar manchas y malos olores con la misma eficacia que un lavado convencional. El ciclo corto ya no es solo una función opcional del lavarropas: es una práctica que redefine la relación de los consumidores con el tiempo, la energía y el cuidado de las prendas. Las marcas ya interpretan este cambio cultural y lo convierten en oportunidad de innovación.