miércoles, 23 julio, 2025
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Volvieron a fracasar las negociaciones entre el SOMU y las empresas para destrabar el conflicto pesquero

La jornada de negociación convocada este lunes en la ciudad de Buenos Aires entre representantes del sector empresarial pesquero y los principales gremios del rubro terminó en un nuevo fracaso

La falta de propuestas concretas por parte de los sindicatos y las fuertes tensiones acumuladas en el conflicto del langostino en Chubut marcaron el clima de la reunión. Uno de los protagonistas más contundentes fue Fernando Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa, quien se mostró profundamente indignado por el rumbo de los acontecimientos: “Con esta gente no se puede negociar, sólo pueden aportar maldad”, sentenció.

La reunión, que generaba expectativa en la industria pesquera, no logró avanzar ni un solo casillero hacia una solución. Según detalló Álvarez, la representación sindical “no llevó absolutamente nada. Cero. Lo único que hacen es repetir el 70/30 como si fuera una conquista épica, y encima ahora pretenden que el que quiera salir a trabajar tenga que pedirle permiso al SOMU”.

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El empresario denunció que esa supuesta “anuencia” gremial que se exige para operar incluye situaciones de intimidación y amenazas concretas de muerte. “Ya está detenido el tipo que mandó una pistola con una bala a bordo para el que subiera al barco. ¿En qué país del mundo se ha visto que alguien quiera trabajar y lo amenacen de muerte? Esto es una aberración”, exclamó.

Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa, cuestionó duramente al SOMU.

Álvarez fue aún más duro al describir el escenario actual: “Esto no es un conflicto gremial. Esto es una tragedia provocada por gentuza. Yo tengo organizada mi vida, pero tengo 1.300 personas con nombre, apellido y familia que no van a cobrar un peso por culpa de estos tipos”.

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A la par de sus críticas al accionar gremial, el titular de Conarpesa también cuestionó con crudeza al gobierno nacional: “Ya está el secretario Cordero al tanto. Vio con sus propios ojos la postura del otro lado. Sabe perfectamente con quién estamos negociando. Y aun así no se toman cartas firmes en el asunto”.

En paralelo, Álvarez informó que desde la empresa solicitaron formalmente al Consejo Federal Pesquero que no se les exija la obligación de realizar al menos un viaje por embarcación, como establece la normativa: “Pedimos que nos autoricen a no salir, porque está claro quién está provocando esta crisis”, remarcó.

La situación afecta a cuatro plantas, cinco fresqueros de altura, ocho fresqueros y doce tangoneros, incluidos dos nuevos, que hoy se encuentran paralizados. “Tengo toda la empresa parada por el capricho de esta gente. Toda. Y lo más triste es que a los que quieren salir a laburar, los amenazan, les ponen una pistola en la cabeza. Literal”, expresó con indignación.

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Álvarez también se mostró desilusionado con el rumbo general del país. “Me da vergüenza haber invertido 30 años en Argentina para tener que negociar con semejante gentuza. Un país que quiere ser libertario, moderno, distinto, no puede permitir esto. Esto es medieval, es patético”, dijo.

Consultado sobre cómo proyecta el cierre de la temporada, no fue optimista. “Algunos barcos van a salir, sí. Pero lo hacen porque los extorsionan, porque tienen otras actividades, otros compromisos. Yo tengo toda la empresa en langostino. Estoy rehén de estos tipos”, explicó. Y ejemplificó: “Hay empresas que tienen otras ramas, otras flotas. A mí me tienen contra la pared. Pero no voy a ceder”.

En un pasaje aún más emocional, el empresario dejó una frase que condensa su posición: “Yo a esta no juego. Y si esto no se reconduce solo, será el momento de cerrar el kiosco. Pero trabajar extorsionado no lo voy a hacer”.

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Finalmente, dejó un mensaje directo al Estado: “Espero que reine la cordura. Y que a estos tipos les peguen una patada y los hagan volar de una vez. Esto va a pasar, tiene que pasar. Lo que no sé es si va a ser tarde o temprano. Pero que pase, por favor”.

La crisis pesquera en Chubut se profundiza, y la escalada de declaraciones muestra una ruptura cada vez más violenta entre los sectores que deberían sentarse a resolver el conflicto. Mientras tanto, miles de trabajadores continúan en vilo, sin ingresos y atrapados en una disputa que ya dejó de ser gremial para convertirse en un drama humano, económico e institucional.

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