“Es un caos el sistema bancario y el mercado”.
Así resumían el jueves a la tarde desde una mesa de dinero de una sociedad de Bolsa el subibaja de las tasas de estos días.
Desde un banco, igual. Tuvieron que apurar el final del almuerzo para entrar a un Teams con autoridades del Banco Central donde se conversó sobre el pasaje de promedio mensual a diarios de los encajes. Para las entidades esto podría ser problemático porque inmovilizará más saldos y dejará menos liquidez.
“No escuchan”, decían en otro banco después del Teams. A esa altura la tasa de caución ya había bajado de arriba de 70% a 50%.
En los bancos hay calentura. Dicen que perdieron plata y que afectarán la actividad económica.
Desde el Gobierno responden que exageran. Dicen que el crédito en pesos al sector privado es sólo 9% del PBI por lo que los bancos son menos importantes de lo que se creen y las autoridades los desafían.
El Gobierno tuvo una idea. Pensó si los bancos estiraban los plazos de sus activos (LEFIS) y pasivos (cuentas remuneradas), aprovechando la inflación abajo de 2% mensual, estiraría el horizonte del fondeo y de los préstamos del sistema reforzando la desinflación de la economía. Los bancos sólo tenían que invertir en vez de LEFIS, letras fiscales de liquidez del Tesoro a 1 día, en LECAP, títulos del Tesoro a 30, 60 o 90 días.
Pero no hubo coincidencia entre el comportamiento de los bancos con el deseo del Banco Central. Las LEFI daban liquidez automática a las entidades, no se pagaba Ingresos Brutos y generaba una tasa de retorno libre de riesgo soberano. Además, por manejo prudencial de liquidez las entidades no pueden estar descalzados a 30 días y demandan alguna ventanilla a 1 día.
En una charla en Twitter el viernes Pablo Quirno, secretario del Tesoro, los desafió: “Los bancos tienen que laburar de bancos y distinguir el crédito. A los tesoreros les sobraba plata y no tenían incentivos para administrar bien, con lo cual el sobrante se lo pasaban al BCRA que se los remuneraba. No vamos a dar esos pesos si la demanda no es genuina. Esto no es contra los bancos pero muchachos.. acá hay un cambio de paradigma muy grande”.
Cuando se removieron las LEFI los bancos perdieron esa liquidez y el Gobierno creyó que esos pesos irían a títulos. Pero casi $ 10 billones aumentaron la base monetaria con lo cual sobró la liquidez y la tasa de interés se desplomó en coincidencia justo cuando el dólar venía subiendo por factores estacionales (aguinaldo y turismo) y porque el Tesoro compró más de US$ 1.000 millones.
El Gobierno reaccionó retirando pesos: colocó títulos públicos, el Banco Central intervino en el mercado secundario de las LECAP, vendió futuros de dólar a tasa negativa y subió encajes. Las tasas de interés volaron y el tipo de cambio bajó.
El aspecto negativo de este desentendimiento entre el Gobierno y bancos fue en detrimento de aquel objetivo inicial de alargar el horizonte del sistema financiero.
El FMI advirtió sobre la comunicación de la política monetaria. “Sigue siendo necesaria una mayor claridad sobre el régimen monetario y cambiario”. También que los esquemas de meta de agregados monetarios generan alta volatilidad en las tasas de interés.
Pero lo que no se imaginaba nadie, o quizás unos pocos, era que un equipo económico de un gobierno pro mercado, con experiencia previa en el sistema financiero, desafiaría a las empresas del sector: a los bancos.