La retracción no impactó de igual manera en todas las zonas. Según Acuña, en barrios de mayor poder adquisitivo como Recoleta o Belgrano la caída ronda entre el 5% y el 10%. Sin embargo, en sectores de clase media como Caballito, Flores o Villa Urquiza el descenso trepó al 30%, y en el sur de la Ciudad y el conurbano “directamente dicen que no se vende casi nada”.
Kioscos cierre
Temen que el rubro de los kioscos pueda desaparecer.
Télam
Acuña comparó el momento actual con el de los almacenes de los años ‘90. “Hay que remontarse a los tiempos previos al 2001 para encontrarse con esto de que la gente no tiene plata”, aseguró. Y agregó que el Gobierno tiene “abandonado” al sector, por lo que reclaman una ley de proximidad que limite la instalación de grandes cadenas junto a pequeños comercios.
Es que la expansión de franquicias de kioscos de forma oligopólica, también impactó fuertemente en aquellos locales medianos y pequeños, en todas las zonas del AMBA.
Los gastos fijos como carga insostenible
La crisis no solo se mide en ventas bajas. Los costos fijos se dispararon y ponen a los kioscos contra las cuerdas. “Son muy altos los gastos fijos, la luz, las expensas, los alquileres, para una venta miserable porque la gente no tiene plata para consumir”, sostuvo Kaly Simmons, kiosquera del microcentro porteño.
Simmons, que tuvo comercios en Villa Crespo y otras zonas del centro, describió este momento como “la peor época para el comercio”. Aseguró que la caída de ventas “fue en picada” y que los clientes se enfocan casi exclusivamente en promociones como el “3×2” en alfajores o en cigarrillos económicos.
En la caja de los kioscos, los cigarrillos siguen siendo el producto más vendido. “Es el corazón de nuestro negocio, no deja de venderse nunca. Pero sí notamos que se pasan a marcas económicas nacionales”, detalló Acuña. Las bebidas también mantienen su salida, aunque con el mismo patrón de reemplazo por segundas marcas o promociones agresivas.
Es que, más allá de la caída en las ventas, los kiosqueros enfrentan una estructura de gastos fijos que «no da respiro», incluso en los meses más flojos de facturación. El alquiler del local, las facturas de servicios como luz, agua, gas, internet y teléfono, el pago de impuestos municipales o monotributo, y los salarios si hay personal contratado, forman parte de un esquema que se repite mes a mes sin importar cuánto se venda.
A estos costos se suman seguros para el local, la mercadería o la responsabilidad civil, y gastos de seguridad como alarmas o cámaras, que en muchos casos resultan imprescindibles. La reposición de mercadería también se mantiene como un compromiso constante para sostener el stock, al igual que las comisiones por ventas electrónicas a través de posnet.
En ciertos rubros, hay gastos que se disparan en épocas específicas. En verano, por ejemplo, la electricidad se convierte en un peso importante debido al uso intensivo de heladeras y exhibidores. Las cargas virtuales y recargas de celular, aunque generan movimiento, implican comisiones que reducen la ganancia.
Incluso el proceso de habilitación municipal y el pago de impuestos asociados puede representar una cifra considerable, dependiendo de la ubicación y normativa local. Como resume la UKRA, la suma de estos factores hace que, aun con las persianas abiertas, muchos kioscos trabajen al límite de la rentabilidad.
El impacto de los cambios de hábitos
La UKRA señala que la apertura de mayoristas al consumidor final, antes reservados a comerciantes, generó un desplazamiento de la clientela. “Hoy vas a un mayorista y comprás lo mismo que en un kiosco, pero más barato y en cantidad”, explicó Acuña.
Además, denuncian que comercios sin habilitación específica venden golosinas o bebidas, lo que consideran competencia desleal. Proponen que las golosinas sueltas vuelvan a ser exclusivas del kiosco, como forma de preservar su rol tradicional.
inflacion supermercados precios mayoristas consumo
La caída del consumo es uno de los principales factores de la crisis.
Reuters
El consumo en dos velocidades
El derrumbe de los kioscos se da en un contexto de aumento generalizado de locales cerrados. Un relevamiento de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) registró en mayo-junio de 2025 un 40% más de locales vacíos en la Ciudad de Buenos Aires que en el mismo período del año anterior.
Respecto al bimestre previo, la cantidad de locales sin actividad subió un 12,3%. La tendencia refleja un deterioro persistente del comercio minorista, especialmente en rubros de consumo cotidiano.
Si bien sectores como el automotor, la construcción o el mercado inmobiliario muestran señales de recuperación, el consumo masivo sigue sin despegar. Según Nielsen IQ, en julio las bebidas alcohólicas cayeron 0,6% y los alimentos básicos bajaron 3,3%.
En los supermercados, las ventas de mayo subieron 6,1% interanual, pero cayeron 1,2% frente a abril. Los autoservicios mayoristas registraron una baja del 4,9% interanual. Estos datos muestran un patrón fragmentado, con más compras de bienes durables y menos de consumo diario.
Reclamos a los gobiernos
“Lo que le pedimos a los gobiernos, tanto nacional como distrital, es que tome cartas en el asunto y colabore para que no desaparezca el kiosco de barrio”, enfatizó Acuña. Entre las propuestas figuran controles más estrictos a locales sin habilitación y regulaciones que eviten la instalación de grandes cadenas junto a pequeños comercios.
Simmons coincidió: “Cierran los kioscos porque no hay manera de aguantar”. Para ella, la combinación de ventas bajas y gastos fijos altos hace inviable la continuidad del negocio.
La imagen del kiosco como punto de encuentro barrial, con su mostrador repleto de golosinas y la heladera encendida, se enfrenta hoy a una amenaza real. Con ventas en caída, gastos en alza y competencia cada vez más desigual, los comerciantes advierten que, sin medidas concretas, el rubro podría seguir el camino de los almacenes tradicionales y desaparecer de la vida cotidiana del AMBA.