sábado, 26 julio, 2025
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Ruptura o negociación extrema? Grabois y la rosca eterna de un peronismo en crisis

La precaria unidad electoral en Provincia de Buenos Aires no puede tapar la fuerte interna que recorre al amplio espectro del peronismo. El cierre de listas dejó rencores, sinsabores y más de un desplazado. Lejos de atemperar los ánimos, hizo escalar tensiones. Mostró, al mismo tiempo, la crisis que cruza a ese movimiento desde hace tiempo, agravada tras la desastrosa experiencia estatal encabezada por Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.

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La crisis disparó esquirlas en todas las direcciones. Intentando separarse de esta decadencia, en las últimas horas el Frente Patria Grande viene agitando una diferenciación que, insinúa, podría convertirse en ruptura. La amenaza es concreta: ir con listas separadas en las elecciones nacionales de octubre, en la Provincia de Buenos Aires y en otros distritos.

Primero fue Ofelia Fernández la encargada de agitar las aguas, criticando el armado electoral bonaerense. Este viernes Juan Grabois redobló la apuesta, en una entrevista publicada en El País, diario del Estado español. En diálogo con Martín Sivak, dijo, entre otras cosas que “con el cierre de listas vimos una nueva degradación (…) Cambiaron el nombre del sello —pasamos de Frente de Todos a Unión por la Patria para terminar en Fuerza Patria— como si la gente fuese tonta y no se diese cuenta de que es lo mismo. Nosotros apoyamos el Gobierno de Kicillof y lo vamos a defender, por eso estamos en esas listas. Pero no podemos integrarnos a una alianza moldeada por Sergio Massa, que busca reposicionar su grupo político-empresarial, colocar con gran eficacia a su gente (…) En esta elección nacional, tanto en la provincia de Buenos Aires como en otros lugares del país, vamos a avanzar con una lista propia. Confluiremos en el Congreso”.

No es la primera vez que Grabois denuncia abiertamente a Sergio Massa. Lo hizo, recordemos, en las elecciones de 2023. A lo largo de todo ese año, llevó adelante durísimas críticas contra el entonces ministro de Economía, que aplicaba un ajuste que, hundiendo a millones en la pobreza, facilitó el ascenso de Milei.

Allá por abril de 2023, había dicho, tajante: “Ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, vendepatria y cagador”. Pero las descalificaciones muy pronto quedaron de lado. Derrotado en la interna del peronismo, Grabois dio su apoyo explícito a Massa. Un aval que reivindicó públicamente, al igual que lo hizo para los casos de Alberto Fernández y Daniel Scioli. El fundamento es, siempre, la resignada fórmula del «mal menor».

Ahora, de cara a las elecciones de octubre, nuevamente habla en términos de ruptura. Aunque no se puede descartar nada, resulta difícil creerle. No solo por el llamado a votar a Massa en 2023 sino, también, porque Grabois apoyó a la gestión del Frente de Todos hasta el último día. De hecho, su bloque en Diputados aportó, entre otras cuestiones, al avance del entreguista acuerdo con el FMI. Entre esos aportes estuvo la decisión de Itaí Hagman de ceder su lugar en la Comisión de Presupuesto para que lo ocupara alguien favorable al acuerdo. También la de abstenerse y no votar en contra cuando el proyecto llegó al recinto. Demás está decir que en aquellos no tan lejanos tiempos, ni Grabois ni quienes denunciaban el acuerdo al interior del peronismo, tomaron las calles masivamente, buscando evitar su aprobación.

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En el reportaje con El País, Grabois también señaló que “confluirán en el Congreso” con el resto del espacio peronista. Pero, entonces, si existe esa eventual unidad programática, ¿toda la discusión es por una cuestión de cargos?

Vistas las cosas bajo este prisma, todo parece sonar, más bien a una negociación extrema. Sin embargo, no puede descartarse el escenario de una ruptura. El problema entonces es qué proyecto encarnaría esa eventual corriente. Si revisamos la historia pasada, nos encontramos con ese alineamiento a la gestión del Frente de Todos. Si miramos el último año y medio, veremos que, aun a pesar de las dureza discursiva, Patria Grande siguió, groso modo, la orientación global del peronismo.

Esa orientación estuvo y sigue estando centrada en “esperar al derrumbe” de Milei para que el peronismo pueda retornar por la vía electoral al poder. Implica, básicamente, mantener la dureza discursiva al tiempo que se limita o impide el desarrollo de la resistencia en las calles al ajuste. Un “dejar hacer” que permite el avance de los despidos, el ataque privatista, las reformas anti-obreras, la proscripción política de Cristina Kirchner y el resto de la agenda reaccionaria, que proponen el gran empresariado y el FMI. Aun criticando a otras fracciones del peronismo, la corriente que encabeza Juan Grabois no planteó una agenda distinta.

Solo el tiempo contestará la pregunta del título. Por lo pronto, aun presentándose de manera separada en las elecciones, el Frente Patria Grande no está proponiendo un proyecto que supere los límites de un peronismo profundamente en crisis.

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