El miércoles próximo, durante la tarde previa a Semana Santa, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, asistirá a la Cámara de Diputados para brindar informes sobre la gestión de gobierno, tal como lo establece el artículo 101 de la Constitución. Será la primera de las dos visitas que realizará durante abril a ese recinto, porque desde la semana pasada la oposición consiguió aprobar su interpelación, prevista para el próximo 22. Hasta ahora el funcionario asistirá dos veces en siete días a la Cámara baja, producto de un error en la estrategia que trazó el oficialismo para impedir que avance la creación de una comisión investigadora por el criptoescándalo de la moneda $Libra.
En el mapa original del Gobierno la idea era que Francos adelantara su visita a Diputados en el marco del artículo 101 para catalizar el descontento de un sector de la oposición que estaba dispuesto a escuchar sus explicaciones sin pedir ninguna interpelación. Es el caso de la UCR, que hace un mes presentó un proyecto para que el ministro contestara una decena de preguntas sobre la criptoestafa, pero siempre dentro del informe mensual de la gestión de Gobierno que le exige la Constitución. Con esa ventana abierta por la UCR, el titular de la Cámara baja, Martín Menem, buscó desarticular la ofensiva opositora. En el oficialismo pensaron que una visita de Francos podía ser útil para restarle quórum a la sesión que había pedido la oposición. Aunque distintos legisladores opositores le anticiparon al Gobierno que esa idea no iba a funcionar, el oficialismo insistió en su idea y Menem confirmó la comparecencia de Francos antes de convocar a la sesión del miércoles pasado. Hasta entonces seguían creyendo que alcanzaba con el ministro coordinador. La última sesión demostró que los cálculos no eran suficientes, porque finalmente hubo quórum y Francos quedó en la lista de funcionarios que serán interpelados. Si va el miércoles, deberá afrontar ineludiblemente preguntas sobre el caso $Libra. Podría esquivarlas diciendo que esas inquietudes las abordará en la interpelación del martes siguiente, pero Francos quedó nuevamente expuesto al riesgo del escarnio, con un oficialismo que lo arriesgó sin medir los costos comunicacionales que deberá afrontar. Quizás por eso, algunos funcionarios creen que podría bajarse de alguna de las dos, aunque admiten que afrontará nuevos costos políticos.