La conducción de la CGT ingresó en la recta final de los preparativos del tercer paro general contra la administración de Javier Milei del próximo jueves envuelta en fuertes ruidos internos y el desafío que representa la posición díscola de los colectiveros de la UTA, un gremio clave para garantizar la contundencia de la medida de fuerza, que optó por no adherir a la huelga nacional.
Las complicaciones que enfrenta la negociación salarial del sector, donde está vigente una conciliación obligatoria, sumado a una sorpresiva auditoría de las cuentas de la obra social del gremio dispuesta la semana pasada por el Gobierno, determinaron a Roberto Fernández, el mandamás de los colectiveros, a desmarcarse de la ofensiva lanzada por la cúpula cegetista contra la Casa Rosada y priorizar su estrategia sectorial y la discusión paritaria en una actividad en la que los sueldos dependen de los subsidios del Estado y arrastran un congelamiento desde hace varios meses.
«Lo están apretando fuerte desde el Gobierno a Fernández y está con miedo», advirtieron desde la primera línea de la central obrera apenas tomaron nota de la decisión de la UTA de bajarse del paro. «En la CGT nos dejaron solos, nadie salió a bancarnos», respondieron con tono de reproche desde el entorno más directo del jefe de los colectiveros. De cualquier modo, un par de dirigentes de peso de la conducción cegetista hará una última gestión este lunes con Fernández para intentar convencerlo de sumarse a la huelga. Será difícil: en la UTA sostienen que no hay ningún margen para cambiar de idea.
La postura de Fernández realimentó los cruces puertas adentro de la central obrera, donde los pases de factura estuvieron a la orden del día desde el último viernes. En ese marco se multiplicaron las voces críticas contra el gastronómico Luis Barrionuevo, a quién tanto entre los gremios K como desde el espacio de conducción que reporta a los «gordos» (grandes gremios de servicios) como a los «independientes» (UPCN, Uocra y Obras Sanitarias) le endilgaron estar detrás del desmarque de la UTA respecto a la medida de fuerza.
«Luis tiene un pie en cada lado, hace su propio juego», apuntó un referente de la primera línea de la entidad molesto con la actitud del gastronómico. Otro dirigente picanteó con las contradicciones de Barrionuevo: «Primero presiona para ir a un paro de 36 horas y ahora opera con que el paro va a ser frío«, criticó al dar cuenta de algunos comentarios que deslizó el gastronómico en encuentros informales de los últimos días. Si bien Fernández siempre se movió con independencia de los sectores mayoritarios de la central, en los últimos tiempos se aproximó al espacio barrionuevista en tándem con su aliado de La Fraternidad, Omar Maturano, quien -sin embargo- fue uno de los primeros en plegarse entusiasta al paro.
La definición del paro general del jueves exhibió las crecientes diferencias entre los grupos más poderosos de la jefatura cegetista por los tiempos de la estrategia de confrontación con la Casa Rosada. El propio Barrionuevo, junto a algunos de los dirigentes de perfil más dialoguista, cuestionaron al triunvirato de conducción y particularmente a Héctor Daer y otros dirigentes como Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri por haber anunciado la huelga en medio de un encuentro de la UTEP de Juan Grabois, y hasta les reprocharon haber cedido a la presión combativa de los gremios kirchneristas. Y en algunos pasillos sindicales circularon los resultados de una encuesta del consultor Hugo Haime, cuya principal conclusión señalaba que en el conjunto de los trabajadores eran mayoría los que se mostraban en desacuerdo con la medida de fuerza. En tren de quejas, el gastronómico hasta pidió adelantar para agosto la elección de la nueva conducción de la central prevista inicialmente para noviembre.
Con ese caldeado clima en la interna los jefes cegetistas se abocarán desde este lunes a asegurar la adhesión masiva de gremios para la huelga del jueves, en tanto que avanzarán en la organización de las columnas sindicales que se movilizarán en la tarde del miércoles al Congreso para acompañar la marcha de los jubilados. «La movilización va a ser multitudinaria. Y el paro, con o sin colectivos, será muy contundente porque la gente la esta pasando mal», prometen desde la cúpula cegetista. Algunos dirigentes esperan que, transcurrido el paro, se rehabilite alguna instancia de diálogo con el Gobierno que evite una escalada en la confrontación.
Sobre la firma
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO