El barrio 1200 Viviendas de Cipolletti se ha convertido en zona de guerra. Balaceras, asesinatos y ajustes de cuentas son parte de la rutina en un sector donde la droga y las disputas territoriales dejaron un tendal de muertos y heridos. Los vecinos viven con miedo, evitan hablar y cuando cae la noche, prefieren no salir de sus casas.
El último episodio ocurrió este miércoles a las 20, cuando una ráfaga de disparos sacudió nuevamente la zona. Los tiros se escucharon desde varias cuadras a la redonda, pero para quienes viven allí, el sonido de las balas es casi cotidiano.
Disparos y amenazas en plena calle
Efectivos de la Subcomisaría 79, ubicada a pocos metros, acudieron de inmediato. Una mujer relató lo sucedido, pero su testimonio se vio interrumpido por la llegada de cinco personas —cuatro hombres y una mujer— que la increparon violentamente.
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El clima de tensión escaló, y ante la actitud hostil del grupo, los efectivos demoraron a los agresores para su identificación. El comisario inspector Javier Yáñez, jefe de la Unidad Regional V, indicó que se trata de «gente conocida en el sector».
Tras las primeras averiguaciones, la Policía determinó que los disparos fueron efectuados desde una moto, aunque el autor aún no fue identificado. Afortunadamente, no hubo heridos ni daños materiales, y en el lugar no se hallaron armas ni vainas servidas.
El crimen que destapó el infierno
Este nuevo ataque ocurre en un contexto de violencia creciente en la barriada. A mediados de febrero, Luciano Quidel, de 27 años, fue asesinado a tiros en la calle Celedonio Flores, a pocos metros de una casa vinculada al narcotráfico.
Las primeras hipótesis apuntan a que fue un enfrentamiento entre bandas enemigas, en una disputa territorial ligada al negocio de la droga. Quidel, junto a otros dos hombres, se acercó a la vivienda y fueron recibidos a balazos. Mientras sus acompañantes lograron escapar, su cuerpo quedó tendido en la calle.
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Horas después del crimen, un Volkswagen Gol fue incendiado en la calle Sáenz Peña. Testigos aseguraron que dos jóvenes le arrojaron algo encendido al interior y el auto ardió en cuestión de minutos. Los responsables escaparon en una Ford Ecosport roja, y la Policía sospecha que el ataque estuvo relacionado con el homicidio de Quidel.