Organismos de inteligencia y seguridad locales e internacionales observan con lupa por estas horas los movimientos financieros internacionales de la milicia shiíta de Hezbollah, que fue duramente golpeada y sus más altos miembros asesinados por los bombardeos de Israel de los últimos días sobre sus cuarteles centrales en el Líbano. Y según afirmó el gobierno de Benjamín Netanyahu, y la propia organización islamista, también cayó su máximo líder, el clérigo Hassan Nasralllah.
Lo que los organismos siguen de cerca con preocupación es lo que ocurrirá a corto y mediano con el desplazamiento de los fondos y su sistema de recaudación de lo que se considera el corazón financiero de Hezbollah: la poderosa asociación Al Qard Al-Hassan.
Es escasamente conocida por el público aquí pese a que tiene enormes tentáculos, pero es muy popular en Oriente Medio. Esta se ha convertido en un verdadero banco con capacidad de préstamos de U$S 500 millones al año, y una cartera que lleva a los U$S 1.000 millones en el Líbano con fuertes movimientos internacionales, en 30 filiales.
Por eso, también supo este diario de esas fuentes muy informadas que están atentos en particular a la Argentina por la posibilidad de que lo que quede de Hezbollah y Al Qard Al Hassan no traslade sus fondos a la Triple Frontera y hacia Sudamérica, adonde se registraron actividades del grupo.
La Unidad de Información Financiera incluso realizó operaciones de congelamiento de activos de grupos afines a Hezbollah, que desde 2019 es considerada por la Argentina como grupo terrorista. Por ejemplo al clan Barakat que operaba en Triple Frontera.
La propia ministra Patricia Bullrich denunció con aval de Javier Milei, ferviente aliado de Israel, que hay presencia de Hezbollah en Sudamérica, y de Irán, sus padrinos políticos, militares y económicos, en Bolivia y Venezuela. Hezbollah es responsable para la Justicia argentina autora de los atentados contra la Embajada de Israel (1992, 29 muertos) y contra la Amia (1994, 85 muertos).
El viernes, ante el recrudecimiento de los ataques israelíes contra el Líbano y ante la posibilidad de que haya represalias, el Gobierno subió al máximo el nivel de alertas en blancos y establecimientos sensibles de la Argentina, además de extremos cuidados en la frontera.
Qué es Al-Qard Al-Hassan
Un repaso de la «asociación» Al-Qard Al-Hassan la ubica naciendo en 1982, en calidad de institución que proporciona préstamos «islámicos a la población shiíta. Posteriormente fue apuntada por el Departamento del Tesoro de los EE.UU en 2007, a causa de sus estrechos vínculos con la organización terrorista.
A pesar de ello, Al-Qard siguió operando en el Líbano sin obstáculos. Hasta ahora logró tener, señalaron fuentes no identificadas para este articulo, 30 filiales en Beirut, en Bekaa y en el sur del Líbano, proporcionando servicios financieros a unos 300.000 clientes, la mayoría shiítas. Sin embargo, existen indicaciones de que en los últimos años está ampliando sus servicios también a otros grupos étnicos y religiones.
La asociación presta servicios bancarios y financieros: préstamos, gestión de cuentas corrientes y depósito y retiro de fondos a través de cajeros automáticos. A pesar de tratarse de una entidad designada, se desenvuelve principalmente en dólares pero también permite actividades en libras libanesas, como por ejemplo la concesión de préstamos en esta moneda sobre garantías de oro. La asociación también facilita la concesión de préstamos a pequeñas empresas.
En los últimos años, Al-Qard funcionó en los hechos como la institución financiera más estable del Líbano, a la luz de la crisis económica que padece el país y el colapso del sistema bancario libanés. En los últimos meses, estamos viendo que
Hay información de que sus actividades provocaron protestas en el seno de la población no cristiana del Líbano, por apoderarse de la economía libanesa y de la población cristiana del país.
En cualquier caso, se trata de una mecanismo que fomenta la «economía en efectivo» en el Líbano, hecho que socava significativamente las posibilidades de recuperarse de la grave crisis económica que atraviesa el país, y perjudica la confianza en el uso de los banqueros y los sistemas financieros normativos que existen en todo el mundo para las transferencias de dinero.
La asociación no está definida como una institución financiera, no está subordinada al Banco Central del Líbano y no posee una licencia bancaria. A pesar de ello, lleva años realizando actividades bancarias en todos los aspectos pertinentes. Hasta ahora, el Banco Central Libanés y las autoridades estatales se han negado a tomar medidas de regulación o de ley contra Al-Qard, por temor a Hezbollah.
Entonces no está supervisada ni subordinada al régimen de prevención del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo libanés, ni tampoco está sometida a las leyes bancarias libanesas. De hecho, Al-Qard constituye parte importante de lo que se conoce en la jerga profesional como la «economía sumergida».
Según supo este diario, en las reuniones que han mantenido funcionarios argentinos con organismos internacionales, como el GAFI (FATF en sus siglas en ingles) ya ven con gran preocupación la existencia de la economía sumergida, la del Líbano, que constituye suelo fértil para el lavado de dinero, el soborno, la corrupción y las actividades de financiamiento del terrorismo, en violación de los regímenes financieros internacionales.
Por lo que han señalado las fuentes consultadas no se conoce el volumen exacto de los daños causados por el actual conflicto con Israel. Pero puede estimarse en cientos de millones de dólares. Una eventual guerra total entre el Líbano e Israel generaría daños mucho más considerables que los causados en la guerra del 2006.
Dada la apremiante situación económica del Líbano, el país no podrá contribuir de ninguna manera en la rehabilitación de los daños causados por la guerra.
Esto deja un número limitado de posibilidades, en especial puesto que varios actores que han participado en el pasado en la reconstrucción del país, se abstendrían de hacerlo. Esto es especialmente cierto en el caso de Arabia Saudí, que encabezó la reconstrucción del Líbano tras la guerra del 2006.
Incluso Irán, directamente responsable de los daños causados por la guerra, tendrá dificultades para financiar la reconstrucción del Líbano e incluso participar en la misma.