Un equipo internacional de científicos descubrió la presencia de una nueva especie de gusanos invasores en el sur de Estados Unidos. Se trata de Amaga pseudobama, que fue detectado por primera vez en 2020 en Carolina del Norte. Desde entonces, se ha confirmado su presencia en Florida y Georgia, lo que genera inquietudes sobre su posible impacto en los ecosistemas locales.
El hallazgo de esta nueva especie fue realizado por un grupo de investigadores que incluye expertos del Museo Nacional de Historia Natural de París, la Universidad Drexel (Pensilvania), la Universidad Estatal de Carolina del Norte, la Universidad James Cook en Australia y la Universidad de Szczecin en Polonia.
El profesor Jean-Lou Justine, del Museo Nacional de Historia Natural de París, y el Dr. Leigh Winsor, de la Universidad James Cook, fueron los principales responsables de la identificación de estos animales blandos.
Este platelminto es un depredador terrestre, con cuerpo marrón y alargado, de entre dos y tres centímetros. Inicialmente, los científicos pensaron que se trataba de la Obama nungara, un gusano nativo de América del Sur que ha invadido Europa en las últimas décadas. Sin embargo, tras análisis moleculares, concluyeron que se trataba de una especie completamente nueva, aunque estrechamente relacionada con Obama nungara, según la investigación publicada en la revista Peerj.
Aunque los investigadores creen que este gusano podría haber llegado desde Brasil o la Argentina, aún no se ha identificado el país de origen exacto. Lo que sí está claro es que la especie ha comenzado a extenderse por el sureste de Estados Unidos, en particular en áreas de Carolina del Norte, Florida y Georgia.
El hecho de que este haya sido encontrado en viveros de plantas sugiere que el comercio de plantas ornamentales podría haber facilitado su dispersión. Los científicos sospechan que la invasión pudo haber comenzado hace más de diez años, pero recién se ha identificado formalmente en la última década.
¿Son peligrosos? Qué hacer si encuentras un gusano invasor
Los investigadores instan al público a estar atentos a la posible presencia de estos gusanos en sus jardines, sobre todo si residen en áreas confirmadas. Si se encuentran especies similares a Amaga pseudobama, se recomienda no manipularlos directamente debido a la posibilidad de que contengan toxinas o porten parásitos.
En caso de encontrar un gusano sospechoso, los expertos sugieren reportarlo a autoridades locales de control de plagas o a entidades científicas. Esto ayudará a los investigadores a rastrear la propagación de la especie y a desarrollar estrategias de control adecuadas.
Uno de los aspectos que preocupa a los investigadores es que estos gusanos podrían representar una amenaza para las especies nativas de la región. Al igual que otros platelmintos terrestres, Amaga pseudobama es un depredador de invertebrados y se alimenta principalmente de lombrices de tierra, babosas y otros organismos de cuerpo blando.
El Dr. Matt Bertone, coautor del estudio y director de la Clínica de Enfermedades de Plantas e Insectos en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, explicó en un comunicado oficial que este tipo de platelmintos puede afectar gravemente a los ecosistemas si se extienden sin control. “Sabemos que estos gusanos que viven en libertad pueden ser depredadores voraces de otros organismos, lo que podría alterar la biodiversidad de la región”, agregó.
A pesar de estas preocupaciones, los científicos aún no tienen suficiente información sobre el comportamiento de Amaga pseudobama en su nuevo entorno. No está claro cuán rápido se reproduce ni si puede llegar a convertirse en una amenaza significativa para las especies locales. Además, aún no se han registrado avistamientos en hábitats silvestres fuera de las áreas urbanas, lo que complica la evaluación de su impacto potencial.
El profesor Justine explicó que será crucial utilizar herramientas moleculares para llevar a cabo un monitoreo eficaz de esta especie y prevenir que se extienda sin control. “Es necesario realizar más estudios para comprender mejor su biología y su potencial impacto en los ecosistemas de América del Norte”, afirmó.
LA NACION