Nanci Danison, una destacada abogada de Ohio, pasó por una experiencia que transformó radicalmente su perspectiva sobre la vida y la muerte. Tras sufrir una reacción fatal a la anestesia durante una operación en 1994, y estar por más de 10 minutos muerta, aseguró que su breve paso por el umbral entre los dos mundos le reveló verdades que ni la ciencia ni la religión le habían enseñado.
A su vez, esta vivencia la impulsó a abandonar su exitosa carrera en un gran estudio de abogados y emprender un nuevo camino de autodescubrimiento y difusión de lo que considera “la verdad” sobre el propósito de la vida humana. Desde 2009, Nanci decidió explayar su experiencia y la de otras personas, además de tratar de dar explicación “al más allá”, a través de más de cinco libros de su autoría.
Antes de su reveladora experiencia, Nanci era socia en una importante firma de abogados, con tres títulos universitarios y un enorme prestigio profesional. A pesar de estos logros, su vida personal estaba marcada por la soledad y el estrés. Trabajaba seis días a la semana, apenas veía a su marido, lo que llevó a su divorcio tras cinco años de matrimonio, y no tuvo hijos. Su ritmo de vida y la presión laboral la habían sumido en una rutina agotadora.
En 1994, los médicos temían que la mujer pudiera tener cáncer de mama y le programaron una cirugía para remover un bulto sospechoso. Sin embargo, lo que debía ser un procedimiento de rutina se convirtió en un evento que cambió su vida para siempre. Nanci sufrió una reacción adversa a la anestesia y clínicamente falleció en la mesa de operaciones.
A diferencia de lo que muchos podrían imaginar sobre la muerte, Nanci aseguró que “nunca perdió la conciencia”. En una entrevista brindada al medio británico Lad Bible la letrada reveló que, aunque su corazón dejó de latir y su cuerpo estaba inerte, su mente permaneció alerta. En lugar de oscuridad o vacío, afirmó haber ingresado a lo que describe como un “tercer estado” de existencia, una especie de limbo entre la vida terrenal y “el más allá”.
En ese estado intermedio, habría sido recibida por “seres de luz”, que eran amigos y seres queridos fallecidos, pero que no se presentaban en formas humanas, sino como entidades de pura energía. Estos seres, según su relato, recordaban perfectamente su vida y la conexión que habían tenido con ella. Además de reencontrarse con ellos, Nanci explicó que tuvo una visión panorámica y detallada de la historia de la Tierra, como si estuviera viendo un documental que repasaba tanto eventos personales como universales. En ese momento, también pudo observar su propio cuerpo tendido en la mesa de operaciones, mientras sentía la presencia de una luz brillante y abrumadora, que describió como una fuente de amor incondicional y aceptación total.
Nanci afirmó que durante su tiempo en ese “tercer estado”, descubrió que la vida humana es solo una pequeña parte de una existencia mucho más amplia. Describió que el propósito de la vida es permitir que lo que llama “la Fuente” —un concepto que otros pueden llamar Dios, Yahvé, Alá, o el Creador— experimente el universo a través de los seres humanos. Según su experiencia, cada ser humano es una manifestación temporal de esta Fuente, y la vida terrenal es simplemente una forma en la que la Fuente explora su creación, similar a como vivimos nuestros sueños a través de un personaje en el mundo onírico.
“Aprendí que nunca estamos separados de la Fuente. Siempre fuimos parte de ella y, cuando morimos, simplemente despertamos de este sueño llamado vida humana y retomamos nuestra existencia espiritual”, argumentó la mujer. Para ella, la muerte no es el fin, sino el regreso a lo que considera el verdadero hogar: un lugar de amor incondicional, donde no existen el sufrimiento ni el dolor que experimentamos en la vida física.
LA NACION