Hay peores formas de pasar un sábado tranquilo que ir a una de las gigantescas tiendas de muebles de IKEA. Los niños pequeños pueden ser depositados rápidamente en Småland, la zona de juegos supervisada, dejándote recorrer el laberinto de muebles compactos y baratijas a tu propio ritmo. Incluso se puede pasar por el restaurante para disfrutar de un plato de albóndigas suecas.
Los productos baratos de IKEA (y su habilidad para lograr que los compradores se lleven bolsas llenas de adornos que nunca supieron que necesitaban) la han convertido en la empresa de muebles más grande del mundo, con ventas por US$53.000 millones en 2023. La empresa, de propiedad privada a través de una desconcertante red de fundaciones, controla alrededor del 9% del fragmentado mercado mundial del mueble. En un esfuerzo por seguir creciendo, ha estado invirtiendo en su oferta de comercio electrónico y agregando nuevos formatos de tienda. Su último experimento, con muebles de segunda mano, podría ayudarle a ser más grande y más ecológico.
En los últimos años, IKEA ha estado tratando de hacer que la compra de sus productos sea más cómoda, especialmente para los clientes que no tienen auto. Por mucho que disfruten paseando por una de sus tiendas gigantes, muchos compradores no tienen un día libre para comprar dos sillas plegables, dice Jesper Brodin, el jefe de Ingka, propietaria de la mayoría de las tiendas IKEA (aunque no de su propiedad intelectual). Las ventas online, que la empresa tardó inicialmente en adoptar, han sido una prioridad desde la pandemia de Covid-19, cuando casi todas las tiendas IKEA estaban cerradas. Actualmente representan el 23% del total.
IKEA también ha ido acercando sus tiendas a los clientes. Ahora cuenta con “centros de planificación” en ubicaciones centrales donde los clientes pueden montar su cocina, dormitorio o baño ideal. En numerosas ciudades también han surgido tiendas más pequeñas en concurridos distritos comerciales. En julio, IKEA invirtió en una torre que se estaba construyendo en la Quinta Avenida de Manhattan y en unos meses abrirá una nueva tienda en Oxford Street, en el centro de Londres. La compañía también ha estado comprando centros comerciales donde pretende convertir a IKEA en la tienda ancla. En noviembre, Ingka compró Churchill Square, el principal centro comercial de Brighton, en el sur de Inglaterra. Se instalará en un sitio que alguna vez estuvo ocupado por Debenhams, unos grandes almacenes fallidos.
Ambos desarrollos son nuevos para IKEA, pero no para la industria. Más novedoso es su reciente anuncio de una plataforma para que la gente venda sus muebles IKEA de segunda mano online, comenzando con pruebas en Oslo y Madrid que se extenderán hasta diciembre, antes de su lanzamiento mundial el próximo año. Los clientes de IKEA ya pueden vender sus muebles a la empresa en sus tiendas, un servicio que utilizaron más de 200.000 clientes el año pasado, el doble que en 2022. La plataforma de segunda mano de la empresa permitirá a las personas vender sus muebles viejos a nuevos compradores directamente. IKEA proporcionará precios recomendados, fotografías genéricas y detalles del producto (incluidas, sobre todo, instrucciones de montaje). Luego, los vendedores pueden agregar sus propias imágenes y elegir su precio. El comprador recoge los muebles.
Los productos IKEA ya representan alrededor de un tercio de las ventas de muebles de segunda mano en volumen, según Brodin. Aunque la plataforma será de uso gratuito, al menos al principio, proporcionará a IKEA una forma de animar a los vendedores a volver a sus tiendas. Si optan por un bono IKEA como pago, reciben una bonificación del 15% sobre el precio de venta.
Además de impulsar las ventas, la plataforma debería ayudar a IKEA a alcanzar otra de sus ambiciones: ser más ecológico. Brodin considera que la sostenibilidad y la rentabilidad pueden ir juntas. Desde 2016, la empresa ha ampliado sus ventas en un tercio, pero ha reducido las emisiones de carbono de sus operaciones a la mitad y de su cadena de suministro en una quinta parte. Cuatro quintas partes de la energía consumida por sus tiendas y fábricas proviene ahora de fuentes renovables. En Alemania, su mercado más grande fuera de Suecia, su país de origen, opera 23 plantas solares y cinco parques eólicos (vende su exceso de energía a la red). Al facilitar que las personas vendan sus muebles viejos, menos estanterías Billy terminarán en la basura y más muebles empaquetados terminarán en las salas de estar.
The Economist