domingo, 17 noviembre, 2024
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Javier Milei, los antecedentes de Ariel Lijo y un incómodo pacto con el kirchnerismo

La política no es una ciencia dura pero a veces no tiene más remedio que acudir a las Matemáticas. Bastante de esto queda de manifiesto cuando se discute la llegada del juez Ariel Lijo a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Se trata de uno de los dos candidatos propuestos por Javier Milei para completar y renovar el Máximo Tribunal. El otro es el jurista Manuel García-Mansilla.

Para que pasen sus pliegos, el Presidente necesita el apoyo de los senadores del peronismo/kirchnerismo en dos instancias. Primero, para conseguir dictamen en la comisión de Acuerdos y luego para aprobar los nombres en el recinto.

Como adelantó Clarín hace dos semanas, el oficialismo + Lijo ni siquiera tienen garantizado el primer paso. Sobre 17 integrantes, La Libertad Avanza cuenta con un solo miembro en Acuerdos y requiere el acompañamiento de al menos una parte de los 7 senadores de UP para llegar al número mágico de 9 (mayoría en la comisión).

En el recinto, los dos bloques de Unión por la Patria suman 33 legisladores sobre 72. Allí, el Gobierno debe conseguir dos tercios (48 votos, si hay asistencia perfecta). El camino vuelve a conducir al mismo embudo incómodo: Milei no logrará imponer sus jueces en la Corte si no pacta con el peronismo / kirchnerismo / Cristina. ¿Y el relato anti casta?

Por ahora, hablan dos idiomas distintos

Ese pacto, por ahora, parece lejano. Básicamente porque el oficialismo y el peronismo negocian, o pretenden negociar, cosas distintas. Que es lo mismo que no negociar nada.

El Gobierno, vía emisarios del poderoso asesor Santiago Caputo, lleva el mensaje inicial de Milei: «Los dos o nada». Es decir, propone que se avance con Lijo como reemplazo de la jubilada Elena Highton de Nolasco y con García-Mansilla como sustituto del futuro jubilado Juan Carlos Maqueda.

El peronismo plantea un combo mucho más grande. Que va desde la ampliación de la misma Corte, para sumar sus propios jueces afines; más un nuevo procurador, varias defensorías y cerca de 140 ternas de jueces que ya tiene el Ejecutivo en su escritorio.

«A un gobernador le importa mucho más tener un juez federal propio en su provincia que si va Lijo o cualquiera a la Corte», ejemplifica una fuente que sigue de cerca la negociación.

El tema es que, hasta el momento, el Gobierno no habría ofrecido intercambiar ninguna de esas cartas. Se habla de otras ofertas, menos decorosas pero incomprobables.

El peso de Lijo

Otro debate que empieza a emerger se refiere al valor que podría tener Lijo como integrante de la Corte. Hasta el momento, se lo mencionó como un contrapeso impulsado por Ricardo Lorenzetti para licuar el poder del actual presidente del Máximo Tribunal, Horacio Rosatti.

También se le reconoce a Lijo su influencia y contactos en distintos ámbitos, como la política y el mundo empresario. Se da una paradoja: los cuestionamientos que llegaron al Senado de a cientos (y que serán debatidos este mismo miércoles) encierran quizás el punto más fuerte del juez. Se refieren a su capacidad para acumular y mantener abiertas causas sensibles.

Pero según advierten algunos juristas, eso que hoy se presenta como una fortaleza podría convertirse en su Talón de Aquiles si finalmente Lijo accede a la Corte. ¿Por qué? Justamente porque por haber actuado como juez de primera instancia, luego quedaría limitado si esos casos llegan al Máximo Tribunal.

Esos mismos juristas, que claramente se oponen a la nominación de Lijo, mencionan cinco puntos del artículo 17 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, donde se detallan las causas de recusación de un juez.

  • Tener el juez pleito pendiente con el recusante.
  • Ser o haber sido el juez autor de denuncia o querella contra el recusante, o denunciado o querellado por éste con anterioridad a la iniciación del pleito.
  • Haber sido el juez defensor de alguno de los litigantes o emitido opinión o dictamen o dado recomendaciones acerca del pleito, antes o después de comenzado.
  • Haber recibido el juez beneficios de importancia de alguna de las partes.
  • Tener el juez con alguno de los litigantes amistad que se manifieste por gran familiaridad o frecuencia en el trato.

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