domingo, 17 noviembre, 2024
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Fabiola Yañez: la preocupación de Cristina Kirchner y la última apuesta política

Desde hace tiempo, Cristina Kirchner está preocupada por el legado del kirchnerismo. Sobre todo porque en su interior, dicen, teme que los doce años de dos presidencias suyas y la de Néstor Kirchner a los que considera épicos pese a que el triunfo de Mauricio Macri en 2015 demostró lo contrario, sean recordados por los cuatro años de la presidencia de Alberto Fernández y ella.

El estruendo que provoca Alberto Fernández tras ser denunciado por violencia de género por su ex pareja Fabiola Yañez se mezcla con cuestiones éticas como el episodio en el salón presidencial de la Casa Rosada con Tamara Pettinato, detonando un combo explosivo. Agrava aún más al que era considerado uno de los peores gobiernos por la herencia dejada de una inflación galopante, la multiplicación de planes sociales, incremento de la pobreza y más precarización laboral. Ahora se trata del peor presidente, que estuvo acompañado por la líder del kirchnerismo, una mujer, que además fue quién lo entronizó.

«Alberto, a quien conozco hace más de 20 años, con quien tuvimos también diferencias. Es cierto, tan cierto como que fue jefe de Gabinete de Néstor durante toda su presidencia, y lo vi junto a él decidir, organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del gobierno», argumentaba Cristina en mayo del 2019, en lo que fue catalogado como una jugada maestra, al anunciar la fórmula que competiría por la presidencia.

Tres días después de la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto F. y luego que el kirchnerismo se llamara a silencio y recién después saliera a criticar al expresidente de una manera insólita diciendo que había sido violento con Cristina -¿Alguien se la imagina tolerando algo así?-, Cristina afirmó, primero, que Fernández «no fue un buen presidente» y tras señalar «la golpiza recibida» por la exprimera dama, se solidarizó con todas las mujeres víctimas de algún tipo de violencia.

Si bien los K intentaron reducir la situación de Fernández a una cuestión personal, invariablemente el escándalo salpica a todos. En primer lugar, porque el kirchnerismo nunca condenó políticamente ni apartó hasta que su situación se esclareciera en la Justicia a aquellos dirigentes involucrados en casos de violencia de género o directamente abuso sexual, como el ex senador nacional José Alperovich, el senador provincial Jorge Romero o, el más reciente el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza

Alberto Fernández. Foto Federico López ClaroAlberto Fernández. Foto Federico López Claro

Lo sucedido reprueba la política de género K. Crearon un Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad con un presupuesto de más de $77 mil millones en el último año. Pero no sólo la violencia de género -presuntamente- estaba en la cúspide de la pirámide, su presidente, sino que semejante estructura y presupuesto de nada sirvió para bajar de manera considerable los femicidios. En el 2019 la tasa de femicidios era de 252 por año; en 2023 se ubicó en 250. Ese fue el mayor logro. Con el agregado de que la propia Fabiola aseguró que recurrió con su caso al Ministerio de las Mujeres, y no le dieron mayor respuesta. Incluso dio a entender que podría haber hablado con la ministra Ayelén Mazzina.

Entre las áreas de género y antidiscriminación con el INADI a cargo de Victoria Donda, que ni siquiera respetaba los derechos laborales de su empleada doméstica, dos banderas del kirchnerismo culminaron arriadas por la inoperancia.

Aquélla preocupación de Cristina por el legado del kirchnerismo también se apoya en cierta decepción, aseguran, por el desempeño de su ahijado político Axel Kicillof. La ex vice observa que el gobernador no logra convertirse en la conducción de las diferentes corrientes peronistas. La pérdida de la mega inversión de una planta de GNL que terminó en Río Negro y no en Bahía Blanca, más allá de la intencionalidad que pudo tener o no el Gobierno, refleja la impericia del mandatario provincial, distante tanto de La Cámpora como de muchos intendentes del Conurbano.

Pese a los esfuerzos del intendente platense Julio Alak que durante el lanzamiento de un curso de formación política para jóvenes junto a Kicillof, afirmó que el gobernador “actualiza el pensamiento” de San Martín, Belgrano, Rosas, Dorrego, Leandro N. Alem, Yrigoyen, Perón, Alfonsín “y también en el siglo XXI a Néstor Kirchner y Cristina Kirchner”. Según Alak, Kicillof “le suma valores como la absoluta honestidad moral”. Lo que provocó que varios dirigentes se preguntaran, “¿Y nosotros?”.

Ayelén Mazzina. Ministra de Mujeres del kirchnerismo. Foto: Maxi FaillaAyelén Mazzina. Ministra de Mujeres del kirchnerismo. Foto: Maxi Failla

La idea de Kicillof de convertir en un acto político la presentación de la nueva constitución provincial de La Rioja con Ricardo Quintela, terminó de la peor manera. Fue en medio de la escalada de acusaciones y denuncias contra Fernández, que renunció a la presidencia del PJ Nacional. La jugada tenía por objetivo bendecir a Quintela para que lo reemplace en ese devaluado cargo partidario y mostrar a Kicillof como el armador y referente. Nada de eso ocurrió. Se destacó más la presencia de Fernando Espinoza, procesado por abuso sexual que la movida política.

A partir del retroceso de Kicillof, algunos intendentes creen que Sergio Massa puede garantizar la provincia en el 2025. Sin embargo, el descrédito con el que dejó la cartera de Economía y su derrota electoral -su imagen negativa ronda el 60 y el 70%-, jaquean la intención de los alcaldes del PJ que lo ven como candidato a diputado.

La ausencia en La Rioja de los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca) no es más que un reflejo de la posible aceleración de la diáspora del peronismo. Los senadores Carlos “Camau” Espínola o Eduardo Kueider ya vienen regalando gestos de independencia de las decisiones del kirchnerismo. Y se suman a la posición de otros peronistas no K como Juan Carlos Romero. Otro gobernador peronista, el cordobés Martín Llaryora, en tándem con Juan Schiaretti, busca acercar posiciones con otros dirigentes para un armado nacional, siempre lejos de los K.

Está claro que es el escenario soñado por los libertarios, que estratégicamente eligen confrontar con el kirchnerismo. No es casual que en el entorno de Javier Milei, un funcionario se asomó para ver cómo estaba la Plaza de Mayo el 7 de agosto, por la marcha convocada contra el Gobierno. “Sin plata, ya no movilizan a nadie”, resumió. Hacía mucho tiempo que una manifestación del kirchnerismo duro convocada por la CGT, las organizaciones piqueteras y La Cámpora no tenía tan escasa presencia. Pero, en particular, hacía mucho tiempo que no generaba un impacto político tan pobre.

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