La Iglesia no la tenía fácil tras una serie de episodios que le valieron la acusación de estar alineada con el kirchnerismo. A tal punto que el presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, tuvo que decir que no se iba a invitar a ningún político ante el riesgo de que la misa pudiera ser usada políticamente. Pero a riesgo de que se la leyera en este momento como una actitud opositora más, Ojea decidió celebrar la misa este miércoles en un santuario de La Matanza para reivindicar las obras de los comedores comunitarios y visibilizar la necesidad de una mayor cantidad de alimentos.
El desafío no era menor. Estaban aún muy frescos los hechos que suscitaron una fuerte polémica. Fue a partir de un encuentro en la catedral porteña con fieles que asisten a personas en situación de calle, interpretado como una comida para indigentes que el arzobispado debió salir a aclarar que no se trató de una protesta contra el gobierno por la situación social. Le siguieron dos misas en templos porteños que fueron atravesadas por cánticos opositores que esta vez obligaron al arzobispo a criticarlas porque “la misa es para unir, no para dividir”.
A lo que se sumó la foto del Papa con sindicalistas de la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA) con una bandera de Aerolíneas Argentinas el día en el que el Senado trataba la Ley Bases, en solidaridad ante los despidos si llegara a privatizarse. También la visita al pontífice al día siguiente del gobernador bonaerense Axel Kicillof, que provocó otra aclaración: que Jorge Bergoglio recibe a todos los gobernadores y que este año ya estuvieron el correntino, Gustavo Valdés, radical, y el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri.
Las aclaraciones no extinguieron la controversia. Pero Ojea consideró que la presunta apropiación indebida de alimentos y malversación de fondos para la ayuda social departe de determinados movimiento sociales no debía empañar la obra de los comedores comunitarios y, mucho menos, tapar las necesidades alimentarias de mucha gente –en el país hay ocho millones de indigentes, según la UCA-, una realidad que no es de ahora, pero que el ajuste, más allá de la necesidad que invoca el gobierno, agravó en sus primeros meses de gestión.
Ya en enero, el Episcopado había expresado públicamente en un comunicado su preocupación cuando observó que la entrega de alimentos por parte del ministerio de Capital Humano estaba virtualmente paralizada por haber puesto en marcha un empadronamiento de los comedores comunitarios y comenzado la implementación de un nuevo sistema de entrega de dinero mediante una tarjeta –similar a la Tarjeta Alimentar que se otorga a familias con necesidad- a estos lugares para la compra de productos frescos.
Luego, el ministerio de Sandra Pettovello decidió firmar convenios con Cáritas y las iglesias evangélicas a través de los cuáles le entregaba dinero para sus miles de comedores. El hecho generó un nuevo roce con la Iglesia cuando ésta advirtió que habían quedado excluidos de la ayuda económica estatal los movimientos sociales y las ONGs. “Ante la gran necesidad hacen falta todos los comedores”, dijo Cáritas, sin perjuicio de que se buscara transparentar la asistencia y se investigara presuntos irregulares.
El obispo Oscar Ojea volvió a ser una figura clave en la problemática de la ayuda social hace tres semanas cuando reclamó que “se distribuyan rápidamente” las cinco mil toneladas de comestibles que estaban guardados en un depósito del gran Buenos Aires y otro de Tucumán. Al día siguiente, el juez Sebastián Casanello le ordenó al ministerio que avance en su distribución en una causa promovida por Juan Gbrabois contra la Pettovello por “incumpimiento de los deberes de funcionario público”.
Oficialmente, la misa de este miércoles fue convocada para homenajear a las cocineras de los comedores que, según contó Ojea en la homilía, la insuficiencia de alimentos provoca que ellas sean acusadas de guardarse los alimentos por parte de algunas que van a buscar la ayuda. Por eso, dijo que es importante una mayor solidaridad de todos los que pueden. Y luego, en un comunicado, la Iglesia le pidió al gobierno un Plan Alimentario Nacional para que “nadie se quede sin comida”.