Turki Al-Sheik (Alalshikh), representante deportivo del príncipe Mohammed Bin Salman, heredero al trono de Arabia Saudita, crece a cada instante en el mundo del boxeo en modo insospechado. Tal como si fuese parte de las acciones de una de las compañías más poderosas y rentables en la bolsa de Wall Street.
Todos esperan que Turki, oriundo de Riad, de 42 años y licenciado en seguridad, financie -a la brevedad- la pelea más esperada de los últimos tiempos: “Saúl Canelo Álvarez vs. David Benavídez” y esta intención cobra hoy más valor que nunca ante el intento de Benavídez de coronarse campeón en dos categorías diferentes al intentar la conquista del mundial semipesado interino –vacante- (CMB) ante el extitular ucraniano Olekasandr Gvozdyk, en Las Vegas, a partir de las 23 y con televisación de ESPN.
Más allá de las potenciales gestiones por finiquitar esta confrontación, surgió un rumor que sacudió al mundillo pugilístico, sin excepción alguna; a púgiles y entrenadores, dirigentes y representantes: Turki invertiría 5000 millones de dólares para comprar las principales promotoras internacionales y los contratos de sus figuras más rutilantes. Todos en la misma gestión: desde Inoue a “Canelo”, hasta Usyk y Benavídez, entre tantos. ¿Será creíble? ¿Es posible? Pero hay más aún: crearía su propia liga pugilística que cobijaría a sólo boxeadores de elite. De primerísimo nivel.
Tal acaece en la UFC (Ultimate Fighting Championship), presidida por Dana White, quién promueve, supervisa, paga y organiza los espectáculos de artes marciales mixtas. Todo a su cargo, priorizando el espectáculo sobre el deporte.
¿Tendrá respaldo en el ámbito pugilístico –pese a su fortuna- para lograr esta conversión? ¿Cuánto duraría este “encanto” sin épicas ni reglas comparativas con otros ídolos del cuadrilátero y toda su historia? El boxeo tiene una fórmula: “deporte-espectáculo-trabajo” y separar a uno de estos eslabones sería letal. Y ese será su gran desafío.
Hoy, en su mansión de Riad y con su grupo de asesores, Turki seguirá cada uno de los pasos de Benavídez en el ring del MGM. Hará cálculos y evaluará qué tipo de suceso lograría su match con “Canelo” fuera del circuito boxístico tradicional. Y, en esas esferas, no le será fácil encontrar una respuesta.
A los 27 años y con un récord de 28 victorias consecutivas (24 KO) acoplará más peso a su cuerpo. Ascenderá temporalmente de 76.205 kg a 79.378 kg; variante que su talla de 1.88 metros de altura asimilará a la perfección. Podrá volver cuando lo desee a su categoría natural: Supermediano y retar a “Canelo” de una vez por todas. ¿Se hará alguna vez?
Si bien Benavídez es favorito 5-1 sobre el ucraniano Oleksandr Gvozdyk, de 37 años, quién tuvo el cetro Semipesado (CMB) entre 2018 y 2019, el combate resulta de cuidado. La lógica descarta a Gvozdyk por los efectos de su dramática derrota ante el ruso Artur Beterbiev que determinó una inactividad de tres años para lograr su recuperación deportiva.
Sin embargo, está aferrado a tres factores que elevan sus esperanzas: el poder de su pegada (16 KO en 20 victorias y un revés), su mayor envergadura atlética y el aura positiva que acompaña a los ucranianos en recientes logros del ring: Lomachenko, Usyk y Denys Berinchyk, el último gran fantasma de la tierra de los Klitschko.
Benavídez peleará por una corona más. Por el bicampeonato. ¿Dónde estará su cabeza? ¿En los golpes que le enviará Gvozdyk? ¿En aumentar su poderío pensando en “Canelo”? o ¿Qué tasación prepara para él, Turki Al-Sheik, desde su mansión arábiga.
Hay muchos fantasmas juntos. Además, competirá por el “ego mayor” con el notable Gervonta Davís, que expondrá su corona de los livianos, también, esta noche en Las Vegas. Pero sólo hay un adversario real: Gvozdyk, quien querrá quitarle todo esto. Y por eso, deberá tomar todas las precauciones posibles.
LA NACION