Salta/12
Familiares de gendarmes fallecidos en el siniestro vial ocurrido el 14 de diciembre de 2015 en el sur de la provincia de Salta, concluyeron sus declaraciones en el juicio oral y público que se sigue ante el Tribunal Oral Federal N° 2 de Salta contra cuatro comandantes de la Gendarmería Nacional acusados por estrago culposo, en relación a este hecho que costó la vida de 43 gendarmes.
Estos gendarmes eran parte de una comitiva de la fuerza que iba a Jujuy. La madrugada del 14 de diciembre de 2015 uno de esos colectivos volcó, luego de que la cubierta delantera derecha reventara, lo que provocó que el ómnibus se saliera del carril y cayera al cauce seco del arroyo Balboa, en Rosario de la Frontera.
Beatriz Salas, madre del gendarme fallecido Félix Levi Ahumada (27) de La Falda, Córdoba –querellante y una de las impulsoras del reclamo de justicia– relató que tras el siniestro, en el Destacamento Móvil 5 de Santiago del Estero les dijeron que debían ir en persona para darles información. «Nos teníamos que apersonar, señor Germán, a pesar de la distancia a la que estábamos», dijo entre lágrimas dirigiéndose al comandante Juan Carlos Germán, que junto a los también comandantes Juan Carlos Bordón, Elio Rafael Méndez y Ramón Antonio Maidana están siendo juzgados en este proceso.
El destrato no terminó ahí, contó la madre. Detalló que llegaron a Santiago a las 14 o 15 horas de ese día y en el Destacamento los derivaron a la morgue del hospital de esa ciudad. «La calle estaba cortada, llena de familiares llorando. Fueron horas y horas de esperar«, relató. «¿Qué contención tuvimos? A mí nadie me ofreció ni un vaso de agua, esperando que esa puerta se abra y guardando la esperanza de que mi hijo estuviera herido pero vivo», memoró.
Salas dijo que la Gendarmería no solo no les brindó asistencia psicológica, sino que les hizo esperar horas para luego decirles que ahí no estaba el cuerpo de su hijo. Después de esas horas de tortura, golpeó la puerta, salió alguien «de bata blanca». «Le dije ‘dígame donde está mi hijo, quiero a mi hijo‘». Otra vez la respuesta fue que esperara.
Unos policías se ubicaron entonces a su lado, la madre dijo que no sabe si los había llamado alguien del hospital, pero agradeció esa presencia: esos policías «me tranquilizaron, no me maltrataron, me contuvieron», indicó. Después alguien del cuerpo forense le informó: «su hijo no está acá, está en La Banda, remítase allá». Se lo dijeron «Así, como perro, señoría», lamentó. Cuando llegaron a la otra ciudad ya «estaba casi oscuro».
«Tenía barro y pasto»
Finalmente pudo ver a su hijo en la morgue del hospital de La Banda, estaba en una bolsa forense con el cierre bajado, solo para que pudiera ver el rostro. «(Tenía) barro, pasto, estaba así como lo levantaron, ni siquiera tuvieron la delicadeza de pasarle una gasa en su cara, así lo besé y yo lo limpié. Tenía mucho sangrado en la cabeza». «Cuando quise abrir el cierre de la bolsa me pusieron la mano y me dijeron hasta ahí nomás», recordó. Sin embargo, revisó a su hijo, «estaba vestido, se fue con el informe que honró y amó».
A Salas le llamó la atención la sangre que «no había coagulado todavía» a pesar de las horas transcurridas desde el siniestro, por lo que interpretó que su hijo agonizó durante horas. La madre insistió en un punto que ya fue marcado por otros familiares y por los abogados querellantes: «todas las actas de defunción dicen politraumatismo múltiple y 2.30 de la madrugada» como hora de muerte. «No, señoría. Puedo dar fe que no fue así, muchos murieron de hipotermia por la pérdida de sangre, por el tiempo que se demoraron en socorrerlos, por el abandono que hubo de ellos ahí», aseguró.
«¿Cómo es posible que desconocieran el estado de ese colectivo?», reprochó a los acusados. Afirmó que todos sabían cuál era el estado del colecitvo y los acusó de haber obrado con «clara negligencia», y omitir «la prioridad, la vida, porque los gendarmes eran un número nada más, porque el escalafón de mando, de arriba, da órdenes nada más, no se valora la persona».
Se informó sobre el mal estado del bus
Salas recordó que el chofer Eduardo Ruiz atestiguó que «advirtió» e «informó personalmente al señor Germán» sobre el mal estado del vehículo. También recordó que el conductor Osvaldo Cenic «notó el desperfecto, no era solamente la rueda, tenía vibración el volante, estaba mal el tren delantero, la dirección». Asimismo, recordó que el chofer Hugo de Oliveira se negó a conducir el colectivo siniestrado porque no se le había cambiado la cubierta, y que dijo que le planteó este tema al suboficial Ricardo Villasanti, encargado del parque motorizado.
«¿Priorizaron la vida? No. ¿Tenían conocimiento? Sí. Villasanti tenía esa noche la vida y la muerte de los 43 hijos y no le importó«, reprochó. El suboficial Villasanti estaba siendo juzgado en este proceso pero falleció. En el siniestro también murió su hijo, Ricardo Emilio Villasanti.
Salas también aseguró que el hijo de Villasanti estaba asignado al segundo colectivo, pero había subido al que se siniestró para ir con sus compañeros. «Por cosas del destino o karma, este chico Villasanti se fue en el primer coche y se terminó su vida», dijo y acusó al oficial Villasanti de haber dado la orden de que «la prioridad era rescatar a su hijo. ¿Los nuestros no valían? ¿no hubo abandono?». También aseguró que no querían entregarle el cuerpo de su hijo, para trasladarlo a Córdoba.
Por otro lado, consideró que hubo corrupción política en relación a este hecho. «Los que nos gobiernan tienen mucho que ver acá», sostuvo. «El Estado mismo, que nos abandonó, ese que no hizo separación de cargos, ese que siguió dando ascensos. Nosotros clamamos durante 8 años ser escuchados, jamás logramos una audiencia, con ningún gobierno de turno, no había disponibilidad de agenda». La orden de movilizar a los gendarmes fue dada por Patricia Bullrich como ministra de Seguridad de Mauricio Macri, en respuesta a un pedido del entonces gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Bullrich nunca fue investigada en relación a este hecho.
Salas dijo que su familia fue hostigada por Gendamería. Que llamaban a su casa y que tuvo que dar de baja la línea fija. Además, su hija y la casa familiar fueron fotografiadas desde «un auto negro», cuya patente era de Santiago del Estero.
«Ustedes mataron a mi hijo con su negligencia», dijo Salas a los acusados. Les reprochó la «codicia» y pidió que se los condene a prisión perpetua. Los oficiales están acusados por estrago culposo y la fiscalía pidió penas de 5 años. La decisión del tribunal se conocerá el próximo 7 de junio.